Alumna santamariana saluda al Maestro Universitario

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Julio 12, 2017

Alumna santamariana saluda al Maestro Universitario

¿Qué es en sí un maestro?


Por: Evelyn Gonzales Zanabria

Alumna de la Escuela Profesional de Educación

Tengo 22 años y soy alumna santamariana desde el año 2013. A lo largo de mi vida he tenido muchos maestros de todas las áreas, ellos forjaron junto con mi familia cada característica mía que me identifica actualmente. Ingresé a la escuela profesional de educación, porque admiré tanto a un maestro, que no tuve mejor idea que seguir sus pasos y cambiar un mundo que para mí, esperaba un héroe que lo salvase y siempre imaginé que me convertiría no en alguien del montón, sino más bien, que haría algo muy grande en mi vida, tengo muchos sueños, muchas metas por cumplir y también, mucha esperanza y lo mejor es que actualmente tengo maestros que me hacen creer que puedo lograrlo.

Hoy por ello, como estudiante agradecida, tengo el honor de hablar con todos ustedes maestros universitarios, pues en mi experiencia académica he encontrado no solo profesores, sino maestros de los cuales me inspiro todos los días, pero ¿qué es en sí un maestro?

En este punto mencionaré el significado que Ángel Cornejo le da al ser maestro. Él dice: Maestro es el que siembra ambiciones superiores y éticas, el que forja voluntades de triunfadores y optimismo de lograr la cumbre aún a pesar de las adversidades, maestro es quien ha encontrado en la enseñanza su auténtica vocación y goza con la realización de cada uno de sus alumnos, quien enseña con su ejemplo, es aquel que da sentido positivo y aprendizaje a todas las adversidades, es aquel que en cada clase que imparte lanza el corazón y enseña con tal pasión como no lo había hecho nunca, maestro es aquel que hace soñar a sus alumnos que lo imposible se puede hacer posible.

Concuerdo absolutamente con Ángel Cornejo, pues para realizar este discurso, pedí la opinión de muchos de mis compañeros y buenos, nuevos amigos de la universidad, quienes me brindaron algunas de sus experiencias con educadores que como ustedes se enfrentan todos los días a la ignorancia y la falta de entendimiento.

Me contaron experiencias de sus maestros universitarios, que gozan de la cualidad de la paciencia, educadores que inventan todos los días estrategias para hacernos comprender ese curso el cual se vuelve algo traumático para nosotros y que es el reto de un estudiante, ese maestro universitario al que le puedes consultar tus dudas más personales, porque, como todo joven tienes muchas dudas sobre el porvenir y sobre las consecuencias que tus posibles decisiones pueden acarrear.

Y él despeja tus dudas a partir de una experiencia suya, que para uno como aprendiz, se vuelve una pequeña película mental, la cual aclara las ideas y permite tener una guía para tomar la mejor decisión. Todos concluimos que hemos tenido y tenemos un maestro así.

Tomaré su ejemplo y les contaré una historia que empieza con una ardilla que le pregunta a una paloma ¿Cuánto pesa un copo de nieve? Nada más que nada, fue la respuesta. Entonces te contare una historia, dijo la ardilla. Estaba yo sentada en la rama de un pino, cerca de su tronco, cuando empezó a nevar suavemente, sin violencia y sin viento, como si fuera un sueño. Como no tenía nada mejor que hacer, me puse a contar los copos de nieve que se posaban en las hojas de la rama en la que yo estaba.

El número exacto fue 3741952. Cuando el copo número 3741953 se posó sobre la rama- como tú dijiste- nada más que nada, la rama se rompió. Habiendo dicho esto la ardilla se fue.

La paloma, siendo toda una autoridad en la materia desde la época de Noé, se puso a pensar acerca de la historia durante un rato. Y finalmente se dijo a si misma: “Quizá solo falta la voz de una persona para que la paz llegue al mundo”.

Y con este pequeño relato, quiero que entiendan que ustedes tiene en sus manos, en los miles de jóvenes a los que educan, quizá a la persona que tome la iniciativa y que guie a muchos para construir el mundo que todos añoramos y cuando esa persona surja, serán ustedes los responsables también de ese mundo nuevo y lleno de paz.

En estos cuatro años y medio que estoy en la universidad, he recibido muchas enseñanzas por parte de mis maestros universitarios y hoy les diré lo que aprendí. Aprendí que todo en la vida tiene una solución, aprendí por ellos que aunque la realidad es dura, la persona que triunfa es la que pone su esfuerzo y voluntad para lograrlo, aprendí que formar a una persona no solo significa darle conocimientos, sino mucho más, ser profesor requiere llegar a las emociones de las personas, comprender su entorno, entender sus puntos de vista, transformarlo pero no para cambiarlo aunque suene contradictorio, sino para potenciar sus habilidades porque todas las personas tienen un potencial y eso lo aprendí de mis maestros universitarios, quienes me dijeron que toda carrera profesional que se vive con vocación y pasión, es el arma que tenemos los seres humanos para lograr cambiar el mundo, para mejorarlo.

Ser maestro universitario equivale a enfrentarse todos los días a jóvenes con sueños, defectos y una formación ya cimentada desde el hogar y el colegio, es un reto y una admirable tarea que ustedes maestros han aceptado y los admiro por ello, pues no ha faltado ocasión en la que fui testigo de algunas irreverencias o respuestas impertinentes retando la consigna de mis maestros universitarios y fuera de un irritación absoluta y defensiva que quizá como novata yo pensé que debería ser el correcto, mis maestros replicaron de un modo tan sabio, tan perspicaz que lograron dejar callado al muchacho que osó pasarse de boca y sin ningún rastro de ataque o maltrato psicológico en sus palabras, le facilitaron una respuesta sutil.

Un maestro universitario es la guía y ejemplo de muchos jóvenes como yo, que llenos de inseguridades y miedos llegamos a la universidad hambrientos de saber, propensos a cometer errores y frágiles ante una vida que cada día requiere más competencias, más rudeza para lograr el éxito y también más ética en el ejercicio de todas las profesiones.

Hoy me dirijo a ustedes como alumna santamariana para brindarles un pequeño homenaje por el día del maestro universitario. Su trabajo ha sido y será reconocido por quienes recibimos cada una de sus enseñanzas y guía a lo largo de nuestra formación profesional. Por eso hoy les quiero dar las gracias, gracias por estar allí y resolver todas nuestras dudas, por otorgamos las estrategias necesarias para ejercer un trabajo de la manera más eficaz, por pulimos no solo como profesionales, sino más importante, como personas, por hacer esos chistes en clase que nos hacen despertar y reír por un momento en nuestra casa de estudios, por esos trabajos que nos hacen trasnochar, pues nos sirven para entender que cuando salgamos y las responsabilidades sean muchas, seremos capaces de realizarlas, gracias hasta por esa pequeña o quizá no tan pequeña llamada de atención que muchas veces nos hizo molestar pero también nos hizo corregir nuestros errores, gracias por todo por esa dedicación, vocación y sabiduría.

Gracias maestros por formar una maestra en mí. Y termino este discurso con un fuerte abrazo para todos y cada uno de ustedes y aunque en seis meses me iré de la universidad, siempre recordaré a quienes forjaron mi camino profesional y me transmitieron esas ganas de ser valga la redundancia una profesional ética, transformadora y llena de ganas de construir un mundo mejor, finalmente mencionaré la frase de la Madre Teresa de Calcuta con la que creo que resumo todo lo expresado hoy “Enseñarás a volar pero no volarán tu vuelo, enseñarás a soñar pero no soñarán tu sueño, enseñarás a vivir pero no vivirán tu vida. Sin embargo en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado”.

Y estoy segura que su huella perdurará en mi vida y en la de mis compañeros universitarios de todas las facultades para siempre.

Gracias por todo.