Casi uno de cada cuatro estudiantes universitarios debutantes (21,2%) abandona su carrera en el primer semestre. Dejar el colegio, los compañeros y profesores de siempre y adentrarse en un gigantesco campus supone, para muchos, un trauma que los lleva al fracaso. Para evitar el éxodo tenemos algunas claves de éxito.
Cambia el chip
Los alumnos que van a la Universidad ya no son escolares que, prácticamente, hacen sólo lo que se les manda. Así, el primer paso para ser un buen estudiante universitario es, ni más ni menos, que creérselo. Deben aprovechar todas las opciones que se le abren, como los cursos, conferencias, etc..
Márcate unos objetivos realistas
La Universidad es un entorno más exigente, donde encuentran mayor libertad, pero muchas veces no están acostumbrados a ella. De esta forma, cada alumno debe ser consciente de hasta dónde puede llegar, marcando claramente sus objetivos antes del inicio de los estudios.
La Universidad es tu trabajo
Igual que cualquier trabajador, el universitario tiene unos horarios muy definidos: clases, cursos, horas de estudio, momentos de ocio… Debe organizar su tiempo adecuadamente, Por ejemplo, antes de las clases, es aconsejable haber leído algo sobre la materia que va a recibir, para tener una experiencia previa.
¡Confía en ti!
Además de cambiar el chip rápidamente, los expertos aconsejan potenciar un valor fundamental a estas edades: la seguridad y la autoconfianza. El nuevo entorno, los nuevos compañeros y profesores, las relaciones que se forman… son miedos comunes a todos.
No eres un empleado
Hay una máxima: o escuchas al profesor y aprendes o tomas notas. Así, el estudiante debe dejar de lado el tomar apuntes al dictado. Lo ideal es coger unas notas que sirvan de apoyo al estudio.
Deja los prejuicios en la entrada
Muchos alumnos se muestran muy reacios a conocimientos que no sean materia pura y dura, vinculada a su carrera universitaria. Que levante la mano el estudiante de Periodismo que no ha torcido el gesto ante una asignatura de Economía. Pero blasfemar ante una materia, que no es lo mío, no sirve para nada. El mundo profesional no está reducido a un ámbito: la interdisciplinariedad es una realidad, por lo que hay que abrir la mente.
La libertad es un derecho… y un deber
Estudiante: ya no hay nadie que te diga lo que tienes que hacer, ni siquiera que te obligue a entrar en el aula. Pero eso no significa que debas pasar horas enteras en el comedor universitario chateando o jugando. Es muy importante trabajar la responsabilidad. Los docentes inciden mucho en este aspecto para trabajar la madurez del alumno.
Tus amistades marcan los límites de tu mundo
A lo largo de la secundaria, el alumno está acostumbrado a tener un grupo de amigos, con los que iría hasta el mismísimo infierno. Un círculo que, en ocasiones, es opaco como una logia. Pero repetir esta costumbre en la facultad es poco beneficioso. En la Universidad, cuantos más grupos se formen, será mucho más productivo para el alumno. De esta forma, aprovecharán más su tiempo y tejerán una red de contactos con personas muy diferentes entre sí.
Vence tus miedos
Todos nos enfrentamos a pruebas a lo largo de nuestra vida. Y dejar el colegio de siempre para adentrarse en un campus universitario es una más. Así, lo más recomendable para llegar a buen puerto es enfrentar la situación cuanto antes. Ser consciente de la nueva posición, acometer las dificultades y tener una mentalidad positiva. En una palabra: ser valiente.
…Y un pequeño detalle: ¡estudia!
Parece obvio que un estudiante se dedica a estudiar, pero para muchos, es una parte que no les acaba de quedar clara ante las luces de neón de los nuevos amigos y la libertad extrema de su nueva vida. El alumno debe evaluarse a sí mismo para saber si ha conseguido los objetivos marcados. Esto no implica sólo ir a clase: debe conocer los grupos de trabajo de los departamentos, visitar la biblioteca, ir a charlas...”, (https://www.elmundo.es/espana/2015/09/10/55eeaeaf46163f5c368b4575.html)